Después de dar un par de vueltas como pollo con cabeza, pero pollo asustado, cojo el coche y me voy al hospital donde le van a ingresar. Voy sin ir tan nervioso como creía que me iba a poner, supongo que es una mezcla entre la filosofía estoica, y que el susto gordo ya me lo llevé hace unos años, cuando murió mi madre.
En el camino no le doy demasiadas vueltas, y al llegar en seguida le ingresan y, tras esperar un rato, por fin le vemos en la cama directo a la habitación. Su aspecto no es malo, lo único que no se puede levantar de la cama. Parece ser que el corazón está haciendo mas esfuerzos de lo normal, y no es conveniente que se levante y ande.
Tras la visita de la médica, decidimos que por la tarde me quedo yo y por la noche mi hermano. La tarde es tranquila, me puedo terminar el segundo libro de Víctor Amat, Autoestima Punk. A la noche nos cambiamos mi hermano Darío y yo. Llego a mi casa de siempre y me sitúo y ceno. Estoy reventado y eso que no he ido a trabajar.
Y por eso no he podido escribir antes. Si todo sale bien, mañana operan a mi padre, el primer paso para ser el hombre biónico.
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