Vaya semanita con esto de mi padre. No soy mucho de contar cosas de personas concretas, prefiero mantenerlas en el anonimato o escribir algún comentario sin darle demasiada importancia, porque, al final, esto es un desahogo. Pero ya que esto es lo que está afectando a mi día a día, incluido el escribir, lo cuento. Y, antes de nada adelanto que mi padre está bien.
Empiezo la semana pasada y mi cuñada me cuenta que se va de urgencias con mi padre porque no se siente bien. Mas tarde me dice ya en urgencias que le van a poner un marcapasos, que coja ropa. Yo, me tranquilizo usando la filosofía estoica y voy para el hospital sin pisarle al coche ni nada por el estilo, aunque, cuando entraba en el aparcamiento del hospital casi me llevo a una señora por delante en un paso de cebra. Esa filosofía ayuda, pero no es infalible. A mi padre le ingresan y todo va relativamente bien.
El martes todo sigue bien hasta la operación, donde mi padre empieza a perder un poco la noción de donde está y cuando ha entrado y eso nos preocupa a mi hermano, a mi cuñada y a mi. Por lo demás todo bien.
El miércoles, tras un par de pruebas para ver que todo va bien, vuelve a casa y mas o menos centra la cabeza.
De jueves al sábado, estamos apañando un poco la casa y arrancando de nuevo para que todo vuelva a cierta normalidad. En ese momento mi padre empieza a hacer de las suyas. Mi padre es sencillo, cuando hay cambios en su vida, se pone nervioso, y cuando se pone nervioso, lo paga con quien tiene cerca, que normalmente somos su familia. Lo que pasa que todo el mundo tiene cambios en su vida, y el quiere que todo sea predecible.
Si a esto le sumamos que mi coche no arrancaba y que no he podido estudiar, creo que está bastante claro que llego al domingo con la cabeza como un bombo. Y este lunes hago un par de compras en mi pueblo, soluciono lo del coche y me voy a trabajar. Al salir hablo un rato con mi amigo Luis y despejo la cabeza, y me voy a mi piso, con la habitación hecha un desastre con ropa por todos lados y todo frío. Ceno algo y me quedo sobado en el sofá. A las cuatro y pico de la madrugada me despierto y me voy a la cama.
Por la mañana me despierto tarde, desayuno y me quedo en el sofá repasando mentalmente todo lo que tengo que hacer, sin ganas de nada. Estoy mentalmente hecho una braga, pero hasta que no me he parado un rato a mirar cualquier chorrada en youtube no me he dado cuenta. Creo que muchas veces es importante darle el botón de pause a la vida para poder digerir todo lo que nos pasa, aunque sea de vez en cuando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario