La cosa es que siempre que he leído me ha ayudado a calmarme. Al final, mi cabeza que va a toda hostia y a mil cosas, tiene que ir al ritmo de mis ojos e imaginar todo lo que leo, por lo que todo pensamiento tiene que cortarse. Es como si llevara a mis neuronas al cine, y todas tienen que atender a la peli que ponen y callarse la boca. Además es que parece que todo recoveco de mi cabeza está atento a lo que pasa en cada línea, en cada tilde, en cada coma. Y eso es paz, al menos durante una hora mas o menos. Es una especie de meditación. En la universidad, leía poemas de Machado entre tema y tema para despejar un poco la cabeza, por ejemplo. Además que la imaginación se me dispara una vez acabo la lectura, lo cual es muy agradable. Últimamente también estoy aprendiendo mucho sobre cosas, cosas actualmente de psicología, nada académico, todo divulgativo, y le puedo dar explicación a ciertas cosas que me pasan a mí y a gente de mi entorno, sin la presión de tener un examen después de navidades.
Eso de imaginar siempre se me ha dado bien. Lo normal de pequeño era ver una peli, jugar a un videojuego, ver los dibujos e inventarme una historia con esos personajes junto a otros en otras situaciones. Las interpretaba, o bien con muñecos o como si fuera teatro de improvisación con mi amigo Manu. Yo era Goku y el Vegeta por ejemplo. Y al rato yo era un Action Man, y el Guile de Street Fighters. En la adolescencia me inventaba escenas absurdas de la gente para reírme de ella. Entrando en la adultez escribí alguna historia, algún poema, todo de forma bastante intermitente. Así he reunido un puñado de poemas y de relatos, los cuales siempre quiero reunir, pero me da pereza y me pongo excusas. Tengo varias ideas sobre hacer algún libro mas, y este año pasado hice el amago de escribir una novela con un resultado desastroso, pero me da igual. A veces la propia imaginación se me pone en contra, e imagino cosas mucho peores de lo que son en realidad, por eso no tengo que tomarme tan en serio las cosas.
Los poemas fueron el pilar de mi faceta de bohemio escritor fuera de la sociedad incomprendido y extraño, y exagerado. A día de hoy que no escribo ningún poema ni leo, la poesía me parece la hostia. Durante la universidad estaba desubicado, supongo que porque no sabía cómo era, lo de la triple excepcionalidad, y la poesía era mi vía de escape. Cuando no podía mas y la vida parecía aplastarme contra el suelo, por la noche, cogía papel y boli y empezaba a escribir. A mi por aquel entonces me parecía basura, pero le pegué una lectura hace unos años a mis primeros poemas y me encantan, algunos me he llegado a preguntar si los había escrito yo. Lo que hacía era algo parecido a lo que estoy haciendo ahora mismo, expresar lo que sentía. Ahora es mas reflexivo, pero entonces era pura emoción. Si no llego a escribir esos versos no se que estaría haciendo a día de hoy. Escribir diariamente por aquí bo solo me vacía la cabeza, sino que estoy aprendiendo a hablar las cosas con la gente, es una especie de práctica para la vida real.
Leer y escribir me han salvado la vida. Ahora además lo tengo como habito, y no lo voy a dejar. Leer me parecía una pérdida de tiempo, pero no solo me hace sentir bien, sino que a veces aprendo. Escribir es una forma de terapia, sana, quita las cosas de la cabeza para que dejen de dar vueltas. ¿Cuantas veces me pesaba el mundo y se ha quedado en una hoja de papel? Es decir, esa pesadez la cogía y la trasladaba a un papel, y ahí era yo el que podía con ella. Eso lo hacía casi en cada poema. Así que animo a todo el mundo a que haga al menos una de las dos cosas. Si puede ser las dos. Escribir puedo entender que es mas difícil. Pero leer, solo hay que dar con el libro adecuado, y a partir de ahí tirar del hilo.
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